La Organización Panamericana de la Salud lo advirtió: la pandemia del COVID-19 ha provocado una crisis de salud mental nunca antes vista. Y es que durante el curso de estos meses ha surgido otra problemática no menor que guarda relación con los efectos psicológicos de la crisis sanitaria y económica.
Incertidumbre, angustia, miedo, ansiedad, cambios anímicos, los cuales se pueden extender e intensificar en el tiempo y generar un trastorno mayor (adaptativo, crisis de pánico, estrés post traumático, etc.).
El encierro tiene múltiples efectos adversos en el bienestar biopsicosocial, por lo que una atención oportuna y segura puede ayudar a que estos cuadros sean pasajeros. Así, la telemedicina se plantea como una opción óptima, como lo explica nuestra psicóloga Patricia Aguayo.
¿Por qué la teleconsulta es una buena opción para recibir atención psicológica durante y después de esta pandemia?
Porque es una manera simple y segura que permite a las personas no exponerse innecesariamente y evitar riesgos de contagio al movilizarse a los centros de salud. Además, permite atenderse con un profesional de cualquier parte del país, algo impensado antes.
La teleconsulta nos acerca a la intimidad del paciente, podemos adentramos a su ambiente por la posibilidad de ver el hogar y su entorno, lo que enriquece más el vínculo entre la persona consultante y el profesional tratante.
Esta modalidad de atención llegó para cubrir una necesidad vital para afrontar los efectos negativos de estar encerrados y ahora que nos hemos interiorizado y comprobado sus beneficios, sin duda será una herramienta de trabajo con la que contaremos los distintos profesionales de aquí en adelante.
¿Quiénes deberían atenderse bajo esta modalidad (síntomas)?
Toda persona que sienta la necesidad de hablar con alguien, que necesite una orientación en cualquier aspecto de su vida, que se sienta:
- Angustiada
- Estresada
- Con miedos o ansiedad
- Con baja motivación
- Insomnio prolongado
- Cambios de humor repentino
- Irritabilidad
Sensación de ahogo - Ideas negativas o de muerte
Estos u otros síntomas que pueden atenderse en esta modalidad. Es bueno consultar cuando se prolongan estos síntomas como también falta de energía vital, aislamiento social, violencia en la pareja, aumento del consumo de sustancias, entre muchos otros síntomas que pueden incluso tener una larga data, los cuales no fueron tratados previamente.
¿Qué ocurre en el caso de niños y adolescentes, quienes han debido cambiar completamente su rutina, además de todo lo que conlleva el encierro?
En los niños se puede orientar a los padres según la conducta presentada por ellos(as), además se puede alternar con modalidad presencial.
Los niños pueden presentar síntomas variados, como: cambios de humor repentinos, mayor dependencia de los padres, temor a que los padres se contagien, ya que muchas veces escuchan a los adultos hablar sobre la muerte y ellos aún no entienden el concepto.
Presentan mayor apetito, lo que puede ser producto de la ansiedad y el encierro, pueden también manifestar conductas regresivas (volver a comportarse como un niño(a) de menor edad), entre otros.
Los adolescentes, por su parte, suelen aislarse de la familia, pasando mucho tiempo con pantallas, lo que puede generar dolores de cabeza y tensión muscular debido a la postura que mantienen.
Suelen dormirse muy tarde, generando alteraciones del sueño, lo que hace que al día siguiente estén con menos energía y ánimo para enfrentar la rutina.
Si bien comparten con amigos o conocidos en los juegos en línea o redes sociales, esto no siempre les permite hablar de lo que está sucediendo y expresar lo que sienten
También pueden presentar baja motivación, la que se ve reflejada muchas veces en que no realizan las actividades escolares o no quieren salir de su pieza, por lo que vemos despreocupación por su apariencia e higiene personal.
En algunos(as) adolescentes se intensifican los cuadros de angustia o ansiedad, generando incluso crisis de pánico.
¿Qué aconseja para llevar mejor el día a día en estos tiempos complicados?
- Mantener una rutina lo más cercana a la realidad anterior, ya que crea una sensación de normalidad.
- Buscar pasatiempos dentro o fuera del hogar en la medida de lo posible y evaluar si lo que se necesita es relajo o estimulación.
- Relajo con pilates, manualidades, lectura, etc.
- Para estimular al organismo y obtener más energía con baile, caminar, bicicleta.
- No aislarse , buscar ayuda en la familia o amigos.
- Evitar el uso prolongado de pantallas.
- Tratar de no planificar a largo plazo y buscar metas alcanzables, ya que son momentos fluctuantes, así evitamos idealizar una situación y luego frustrarnos al no lograrla.
- Expresar lo que se siente, mediante una conversación, telefónica o por redes sociales.
- Escribir lo que les pasa o manifestar los sentimientos a través de la expresión artística o manual (útil en cualquier edad).
- Tratar de tener un sueño reparador, el que ayuda a despertar al día siguiente con energía y ánimo.
- En lo posible, alimentarse variada y saludablemente, aprovechar los días soleados que aportan vitamina D que entrega energía.
- Idealmente buscar desafíos, aprender cosas nuevas; idiomas, un instrumento.
Hay muchas alternativas, es cosa de proponérselo.
Muy importante: Fortalecer nuestra autoestima conociendo más a fondo nuestras fortalezas y debilidades, identificando los logros obtenidos y los obstáculos sorteados.